Imagen: Aaron Burden.
Queridas familias:
Le hemos dado muchas vueltas para preparar este post, lo hemos hablado y hablado y hablado… y no lo tenemos muy claro.
Porque lo que se nos ocurre es que, por ejemplo, el libro perfecto para el verano es ese que te lees debajo de la sombrilla, y de fondo, el rumor de las olas y las risas de los niños que se entretienen haciendo castillos o cogiendo olas o leyendo, a su vez, un libro en la toalla, el pelo aún húmedo y la punta de la lengua asomando entre los labios, como diciendo: no molestar, concentración al máximo.
O quizás el libro perfecto del verano es el libro que te lees en esas siestas eternas, con las persianas bajadas y la casa envuelta en un silencio frágil que no te atreves a romper, y por eso pasas las hojas con cuidado, con mucho cuidado.
O el libro que abres (por fin) al despegar ese avión que te lleva (por fin) a un lugar lejano, muy lejano. O puede que sea ese libro que es avión, que es nave espacial, que es máquina del tiempo y que te lleva, también, lejos, aunque a tu alrededor resuenen los coches de siempre, en la ciudad de siempre, y en la pantalla parpadeen sin parar las notificaciones robatiempos.
Así que, como ves, no lo tenemos muy claro. O quizás lo que tenemos muy claro es que los libros tienen muchas maneras de ser el mejor libro para el verano, y que no siempre tiene que ver con el contenido (o no solo) sino con el momento y con todo lo que genera a su alrededor.
De todas formas, por si acaso, hemos hecho una (no tan) pequeña selección para todas las edades. Pero, sobre todo, nos gustaría mucho que nos contaras en comentarios cuáles son, para ti, tus mejores libros para el verano.
Para infantil
- Sapo y Sepo. Cuentos para toda la vida, de Arnold Lobel
La literatura infantil está viviendo un boom y en ese boom también hay sitio para recuperar clásicos como Sapo y Sepo, editado por Loqueleo. Esta recopilación puede leerse simplemente como lo que parece: la historia sencilla de una amistad insobornable, llena de ternura. Pero con las lecturas va dejando poso, tiene esa profundidad de los mejores libros infantiles, sin necesidad de recurrir a moralejas ni lecciones. Y con un humor sutil que, cuando menos te lo esperas, explota en risas.
- Narval, de Ben Clanton
Narval y Medu son los protas de este cómic (¡con un montón de números por delante!), en capítulos cortos y con (poca) letra mayúscula, peques y adultas nos fascinamos con sus aventuras, en las que se van encontrando con otros animales marinos. ¡Además les encantan los gofres! Las ilustraciones son sencillas pero te meten muchísimo en la historia, es un cómic divertidísimo, de los que hacen que te vayas a dormir con una sonrisa en la cara, y perfecto para las criaturas que están empezando a leer.
- Los tímidos, de Simona Ciraolo
La historia de un pulpo que tiene muchísima vergüenza, pero tiene la suerte de encontrarse con una amiga pez tan vergonzosa como él. La historia es muy sencilla pero las ilustraciones son muy bonitas, y ayuda a los peques a entender qué es la timidez. Además (spoiler) al final del cuento descubres que la amiga pez está escondida durante todas las páginas, con lo que en las siguientes lecturas podéis jugar a encontrarla.
- 3,2,1 ¡culos al sol!, de Annika Leone
Si te gustó 1,2,3…¡Culos! aquí tenéis una nueva historia de Mila y su familia, esta vez de viaje por Italia. La escritora y positivista corporal Annika Leone, junto con la ilustradora Bettina Johansson vuelven a firmar un libro divertidísimo sobre la normatividad, las costumbres veraniegas y la diversión playera.
Para primaria
- La sirena que no sabía nadar, de Ariadna G. García
No puede haber tema más veraniego que hablar de la importancia del cuidado de nuestros mares. Y, de paso, de la amistad y del aprendizaje en equipo. Pero es que encima, esta deliciosa historia está escrita e ilustrada por una madre del cole.
- La pequeña genia, de Álvaro Ortiz
En este cómic lleno de humor y de color, el sultán de un lejano país oriental todavía tiene dos deseos por pedir al genio. Su hija Amina le sugiere pedir algo tan sencillo como un contrincante al shatranj (un antiguo juego de mesa parecido al ajedrez). Pero, ¡sorpresa!, en lugar del genio, aparece Ayu, su hija, que se ofrece para cumplir el deseo a pesar de que todavía no tiene demasiada experiencia. ¿Qué puede salir mal, verdad?
- Piscina, un verano al aire libre, de Will Gmehling
Los hermanos Bukowski se han hecho famosos por salvar a un bebé de ahogarse. Como recompensa, un sueño hecho realidad: ¡todo un verano en la piscina municipal! Con mucho humor, Piscina nos cuenta la historia de tres niños que caminan kilómetros por conseguir ese verano que queda para siempre en la memoria.
- El gran Calvin y Hobbes ilustrado, de Bill Watterson
Es de esos libros que casi no necesita presentación y que podríamos poner también en la sección para adultos. Porque la mirada de Watterson sobre la infancia tiene siempre algo que ofrecer a cualquier tipo de lector. Porque Calvin es a la vez el hijo excesivo, sabiondo, incorregible que no querríamos tener, y el niño inteligente, imaginativo y aventurero que nuestros hijos querrían ser.
- Cuaderno de verano Vol. 2, de Blackie Books
Un clásico del verano a pesar de que solo tiene 2 ediciones. ¡Abajo los cuadernos Santillana! ¡Vivan los cuadernos de Blackie Books! Están llenos de juegos y actividades perfectos para que los peques se entretengan durante un buen rato (corre, piensa: ¿qué vas a hacer mientras tanto?). Supera la tentación de robarlo para jugar tú: hay versión para adultos y muy adultos (aka abuelos).
- Un par de ojos nuevos, de Ellen Duthie (texto) y Javier Sáez Castán y Manuel Marsol (ilustración)
Una cosa rara (léase: especial) escrita y dibujada a seis manos por Ellen Duthie, Javier Sáez Castán y Manuel Marsol, que habla del cambio, de la identidad y que tiene algo de tristeza y de lágrimas, pero también una buena porción de tarta, y una gran amistad y muchas risas.
- Las aventuras de Enola Holmes, de Nancy Springer
Ya, no somos muy fans de las portadas que aprovechan los estrenos de cine para darle bombo a un libro, pero merece la pena. Las aventuras de Enola, inteligentísima y valiente hermana pequeña del famoso, y también inteligentísimo, Sherlock Holmes, son el entretenimiento perfecto para los días de verano. Y quizás podáis encontrar las primeras ediciones en librerías de viejo.
Para adultos
- Nuestra parte de noche, de Mariana Enríquez
Las vacaciones son un buen momento para atacar ese libro gordo que no te atreves a leer cuando te sobrepasa la rutina (qué raro es eso, ¿no? La rutina debería ser… eso, rutinaria). El caso: Nuestra parte de noche es una novela gorda, sí, pero de las que se lee sin soltar. Es horror fantástico, sí, pero también es una crónica política y una historia familiar que se sale de las normas. Y está maravillosamente escrita y llena de imágenes poderosísimas. Perfecta para leer en penumbra.
- La educación física, de Rosario Villajos
Es el retrato de una edad, la adolescencia, en la que todavía no somos capaces de nombrar algunas cosas y que transcurre en una época, los noventa, en la que algunas cosas todavía no tenían nombre. Un libro en el que el cuerpo ocupa el centro (“donde se libran todas las batallas”) y que tenéis que leer porque se lo debéis a esas adolescentes que lleváis dentro.
- Las tempestálidas, de Gueorgui Gospodínov
Fulgencio Pimentel es de esas editoriales a las que merece la pena prestar atención porque publican joyas que no siempre llegan a los lectores. Gospodínov es el escritor búlgaro más leído fuera de su país y en Las tempestálidas narra una distopía en el que las personas huyen de sus presentes y se esconden en “cronorrefugios” en los que vuelven a la mejor época de su vida. Una estupenda reflexión sobre nuestra relación con la nostalgia que puede acompañar perfectamente, guiño, guiño, los regresos veraniegos al pueblo o a la casa familiar.
- La España invisible, de Sergio C. Fanjul
Sergio C. Fanjul es difícil de catalogar. Entre otras cosas, es poeta y performador (¿esta palabra existe? ¿debería?) bajo el pseudónimo de Txe Peligro, entrevistador a la contra en El País y columnista sobre paternidad. En La España Invisible nos trae un ensayo que es también crónica de un viaje a la España de la precariedad, de la periferia, del abandono y la desigualdad. 280 páginas que son testimonio y sirven para mostrarnos lo que tantas veces no se cuenta (o, peor, no cuenta).
- La utilidad de lo inútil, de Nuccio Ordine
Este año, hace pocos días, ha muerto Nuccio Ordine, así que queremos dejar aquí y a modo de homenaje esta recomendación. Porque, con este libro, Ordine puso en palabras lo que muchos sentimos: que lo que nos dicen que es útil en realidad no sirve para nada; y que lo que parece inútil nos alimenta y nos da alas. Que la filosofía, el arte o la música, la curiosidad por saber, sin más objetivo que ese, han hecho más grande el mundo, y no el dinero o el beneficio. Una delicia de libro que, además, es cortito, para un viaje rápido o un ratito en la playa.
- El muchacho silvestre, de Paolo Cognetti
En la senda de Thoureau, otro libro pequeño y veraniego. Con una escritura limpia y un punto de vista propio, Cognetti escribe sobre la soledad, la naturaleza y la literatura. Amantes de la montaña, de los libros, de los bosques: esto es para vosotros.
- La aurora cuando surge, de Manuel Astur
Al cumplirse un año de la muerte de su padre, el escritor Manuel Astur recorre Italia de norte a sur y lo narra en este pequeño y luminoso libro sobre el amor, la belleza y la pérdida. Entre sus páginas, además, incluye un poemario a modo de álbum de instantáneas del viaje por el que ya merecería la pena la lectura.
- Las palabras que confiamos al viento, de Laura Imai Messina
La vida de Yui es arrasada literalmente por un tsunami en 2011. Con esa premisa, Imai Messina ofrece una reflexión sobre el paso del tiempo y nuestra manera de relacionarnos con él, sobre cómo la tragedia altera la cuenta de los días y las vínculos con los demás. Escrita con delicadeza, casi como un haiku, es una lectura que recomendamos por la humanidad que rezuma en medio del dolor.
- Gozo, de Azahara Alonso
«¿En qué momento mi vida empezó a ser accesible solo en vacaciones?» Así empieza esta reflexión a medio camino entre el ensayo y el diario que hace la autora sobre su año sabático en una isla del Mediterráneo. Reflexiones alrededor del trabajo, la productividad y las políticas del tiempo en este libro en el que el título ya es toda una declaración de intenciones.
- Salitre, ilustrado por Jorge González y escrito por José Luis Vidal
Cádiz es un destino obligado (en verano y en cualquier momento). Pescaíto frito y chicharrones, el mercado de abastos, las barcas de La Caleta, el mar como un límite y una ruta de escape, el carnaval como filosofía vital… Todo eso está en Salitre, detalles con los que José Luis Vidal apuntala la vida de Mariló, Chano y su familia. Los lápices de Jorge González, padre de nuestro colegio, dan forma a la historia con una poderosa sobriedad que se desboca cuando todo se tiñe del rojo furioso de una tragedia: la explosión del arsenal de la ciudad en 1947. Una historia casi olvidada que en Cádiz, sin embargo, ha dejado profundas grietas en las que indaga Salitre y por las que merece la pena asomarse.
- Una lectura que no es un libro: la newsletter Ola, de Carmen Pacheco.
Aunque estemos saturadas del móvil durante la semana, el café con hielo de los sábados por la mañana mientras leemos Ola nos hace escapar de la rutina, parar a reflexionar y encarar el finde de otra manera. Es una carta semanal en la que comparte recomendaciones que no os querréis perder, un fascinante sentido de la estética, y un montón de reflexiones sobre el verano. Además complementa con su canal de Telegram en el que todas las personas aficionadas a Ola tienen un espacio común para seguir compartiendo (el verano pasado crearon un mapa colectivo con las mejores horchaterías de España que guardamos como un tesoro).
Y con esto, familias, nos despedimos hasta el curso que viene no sin desearos un ¡feliz verano y unas muy felices y frescas lecturas!
